- «En cuanto me pongo el pantalón y la camiseta, y me calzo las zapatillas, las piernas se me sueltan solas”
- «Con 18 años me quiso fichar el Sestao pero dije que no, que yo iba para cura»
- «Dios me dio unas buenas cualidades físicas y le estoy muy agradecido por ello»
- «A Jesús le echaron del templo y a mí del vestuario de El Plantío»
Si se acercan un día por las oficinas del Burgos Club de Fútbol, en el Estadio Municipal El Plantío, y preguntan por Cándido Fernández del Río, posiblemente les digan que se se han equivocado. Pero si recortan el nombre y lo dejan en su acepción cariñosa de ‘Candi’, o bien eligen la de ‘Pater’, la que define su función en el club blanquinegro, entonces nadie tendrá dudas de que están preguntando por el capellán del Burgos.
Sí, sí, el cura, el sacerdote, quien vela espiritualmente por el recto caminar de un equipo que esta temporada, en lo deportivo, de momento dista mucho de poder ganarse el cielo y deambula más bien por el purgatorio. No son muchos los clubes deportivos que en los tiempos actuales mantienen esta figura, pero en el Burgos CF, a excepción de hace un par de temporadas, su presencia es algo que no se pone en duda.
Y ahí está Cándido Fernández ‘Candi’, desde hace 30 años, cuando relevó en el cargo a don Isidoro Díaz Murugarren ‘el cura de los caramelos’. Un fijo en las alineaciones de cada temporada y el encargado de dar el pistoletazo de salida al Burgos CF, en cada nuevo curso, con la tradicional misa en la Catedral y su correspondiente ofrenda floral a Santa María La Mayor, patrona de la ciudad.
Su partido de los martes
Desde niño el fútbol le apasionó, por lo que parecía predestinado a que le acompañara durante toda su vida, y hoy es el día en el que a sus 87 años no se conforma con verlo por la TV o desde su asiento en el palco de El Plantío, sino que lo practica todas las semanas, los martes por la tarde, en el Polideportivo Maristas del Colegio Liceo Castilla.
Desde hace más de 25 años se une a grandes amigos como los ex directivos del Burgos CF Miguel Ángel González y Santos Fontecha, el ex futbolista internacional Rufino Requejo o el directivo del Burgos Promesas 2000 Juan Villaverde, por citar unos pocos, y con ellos se viste de corto y se transforma.
“Soy el primero que sé la edad que tengo y que ya no puedo arrancar en velocidad para coger un balón, pero en cuanto me pongo el pantalón y la camiseta, y me calzo las zapatillas, las piernas se me sueltan solas”, asegura Candi.
Repartidos en dos equipos (azul y verde), siempre configurados de la misma forma, el azul es el suyo y sus compañeros le buscan siempre que pueden para pasarle el balón y que demuestre su calidad. Además, los rivales descartan hacerle un férreo marcaje y de esta forma Candi da muestras de su calidad un día sí, y otro también.
“Cada semana estoy deseando que llegue el martes para ir al polideportivo y sentirme vivo, además casi siempre ganamos los azules. El partido me da fuerza para el resto de los días y lo rematamos luego yéndonos todos de cena. Son esos momentos que uno necesita para cargar pilas”, confiesa.
Desde niño apuntaba maneras
Nacido el 28 de agosto de 1932 en Salinas de Rosío, a 7 kilómetros de Medina de Pomar, Cándido Fernández ingresó muy joven (11 años) en el Seminario Menor San José de Burgos, en el que con el paso de los años acabó sintiendo ‘la llamada’.
Fue ahí donde empezó a jugar al fútbol y a despuntar por su calidad, llegando a coincidir en las categorías inferiores del Alcázar, el club de Medina de Pomar, junto a una gloria viva del fútbol español como Chus Pereda. “Con 18 años me quiso fichar el Sestao, que estaba entonces en Segunda División, y a Pereda el Indautxu, pero yo quería ser cura y le dije al directivo del Sestao que habló conmigo que no. Años después coincidí de nuevo con él en una boda que oficié y le quedó claro cual había sido mi elección”.
En 1955 se ordena sacerdote, y tras cuatro primeros años como párroco en el Valle de Losa es llamado a Burgos, dada su juventud y conocimientos, para ocupar el cargo de Administrador de los dos seminarios de la capital, el Mayor y el Menor. “Tenía 1.411 seminaristas a mi cargo y debía darles de comer a todos cada día”, recuerda Candi con cariño.
Impulsó entonces la construcción de una granja en Las Mijaradas, en la carretera de Poza, para criar cerdos y pollos. “La granja llegó a ser la mayor de Castilla y León gracias a que me fui a Holanda y Alemania para importar más cerdos y llegamos a tener más de 300 cerdas reproductoras”, presume el capellán del Burgos.
Mientras tanto, y además de para la diócesis burgalesa y la granja, Candi seguía sacando tiempo para seguir cultivando su afición favorita, el fútbol. “Jugaba todas las semanas con los seminaristas, bien en El Parral o en unos campos que había en Gamonal”, y además empezó a coquetear también con el atletismo.
Y no se le daba nada mal. “En 1963 compré una pértiga para usarla en el Seminario y recuerdo que hasta establecí el nuevo récord de Burgos con una marca de 3 metros 40 centímetros. Dios me dio unas buenas cualidades físicas y le estoy muy agradecido por ello”, enfatiza orgulloso.
Isidoro Díaz Murugarren, su precursor
Avanzaban los años 60 y Cándido Fernández pone en marcha un nuevo proyecto, la Residencia Sacerdotal del Paseo de los Cubos, de la que fue su administrador durante 12 años, e impulsa la Provisión Social del Clero, “un dinero que aportaba la diócesis y cada sacerdote con sus cuotas, para que luego pudieran afrontar mejor su jubilación”.
Una época en la que colaboró también con un burgalés muy volcado con el deporte, Rafael Casado Llop, inventor de un juego tan peculiar como el balón-tauro -partidos de fútbol dentro de una plaza de toros y con un becerro que salía a la escena durante unos minutos- y que coincidió también con el primer ascenso del Burgos CF a Primera División, en 1971.
Era su capellán entonces don Isidoro Díaz Murugarren, y como ayudante, para esos momentos en los que compromisos de orden mayor le impidieran cumplir con su labor, eligió a Candi por su gran afición al fútbol. “Todos los domingos que el Burgos jugaba en El Plantío, íbamos a su hotel de concentración a oficiar la Misa para que todos los jugadores fueran luego a jugar con la Misa oída”.
Fueron sus primeros contactos con el Burgos CF y también, años después, con la sección de veteranos del club blanquinegro, con la que empieza a entrenar y a jugar distintos partidos. “Estuve más de 30 años jugando con ellos, en esos primeros años con jugadores como Pestaña, Olalde o Ribón, y recuerdo que hasta fuimos un año a Vigo a jugar la final del Campeonato de España de Veteranos”.
Era una época en la que había domingos en los que jugaba dos partidos, uno con los seminaristas y otro con los veteranos del Burgos, porque como él dice, “tenía las mismas 43 pulsaciones que el ciclista Miguel Indurain en reposo, y eso me permitía hacer mucho deporte sin problemas”, rememora nuestro protagonista.
De suplente a titular
Llegaron así los mediados años 90 y Díaz Murugarren, debido a su avanzada edad, tuvo que abandonar su responsabilidad como capellán del Burgos CF, pasándole la estola a Cándido Fernández, que dejaba de ser el suplente para convertirse en titular.
Desde entonces, Candi ha sobrevivido a distintas directivas, entrenadores y jugadores, ha visto fútbol de Segunda, Segunda B y Tercera, y siempre, cada quince días, ha seguido entrando en el vestuario local del Burgos “para rezar un Padrenuestro con los jugadores y el cuerpo técnico y que salgan al campo acompañados por el Señor”, matiza el ‘Pater’ de El Plantío.
Bueno, siempre, o casi siempre, porque hace solo dos temporadas, con la llegada al club del empresario mirandés Gonzalo Antón como máximo accionista, el Padrenuestro se dejó de rezar. “Ni José Luis García, que era el presidente, ni los demás directivos quisieron entrar en polémica con él, y yo tampoco, pero la realidad es que en el primer partido de esa campaña, cuando acababa de entrar en el vestuario, vinieron a decirme que por mandato de un superior tenía que salir, y con mucha tristeza ese año no pude ejercer como capellán del Burgos. A Jesús le echaron del templo y a mí del vestuario de El Plantío”, recuerda Candi con pena.
Todo volvió a su normalidad la temporada siguiente, no sin que antes el San Pablo Burgos de baloncesto aprovechara para contratarle como su capellán, “ya que estaba libre en el mercado”, y hoy en día don Cándido Fernández ‘Candi’, el ‘Pater’ del Burgos Club de Fútbol, asiste desde su asiento reservado del palco presidencial de El Plantío, previo rezo del Padrenuestro, a los partidos de su equipo. Así, domingo sí y domingo no, y deseando que llegue el martes para volver a vestirse de corto y sentirse futbolista junto a sus amigos de pachanga. ¡¡¡Y que sea por muchos años!!!