Son las ocho de la tarde. Los burgaleses, como en toda España y en muchos países de Europa, salimos a nuestras ventanas y balcones a aplaudir. Destinatarios de nuestros aplausos, principalmente, los sanitarios y los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, los que más directamente combaten a diario contra la pandemia del COVID19.
Al otro lado, ellos precisamente, los que siempre han estado en alerta, dispuestos a ayudar a los demás, y ahora, tras el Estado de Alarma que impera en nuestro país, tienen que redoblar sus esfuerzos para que esta lucha de todos se acabe cuanto antes y además con victoria.
Es el caso de Fernando Santos Gómez, policía local desde hace 17 años, los dos primeros ejerciendo en Miranda de Ebro, y que en el deporte burgalés es conocido por pertenecer a la Agrupación Cultural y Deportiva Apolo -el club de la Policía Local de Burgos- y por su vinculación a nivel organizativo con el Cross de Carcedo.
Además, es uno de los fundadores de la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica de Castilla y León (ElaCyL), organización que igualmente ha colaborado con distintas competiciones deportivas burgalesas al tiempo que ha sido la benefactora de las mismas.
Una situación extraña
En definitiva, un altavoz perfecto para descubrir a uno de los sectores más activos en estos momentos llenos de restricciones –cinco semanas ya- debido al coronavirus, el de quien vela por nuestra seguridad y por tener una sociedad mejor, aunque, también en su caso, compartiendo desde entonces situaciones nunca vividas.
“Lo primero que sentimos es extrañeza. Es una situación distinta que no habíamos vivido ninguno, ni los jubilados, y a medida que han ido pasando los días nos hemos ido adaptando. Hemos pasado de velar por las ordenanzas municipales y la seguridad ciudadana, aspectos de nuestra labor que han bajado, a realizar el control de personas y vehículos y tener que preguntar a la gente dónde va y pedirles que nos enseñen un justificante o un salvoconducto de permiso”, desvela Fernando Santos.
Afortunadamente, y una vez salvados los primeros días de desconocimiento general de la población de qué se podía hacer y qué no, la colaboración general de los burgaleses está siendo un hecho desde mediados del pasado mes de marzo, pero también está habiendo excepciones, muchas de ellas con denuncias incluidas.
“Es por la falta de responsabilidad de la gente. El 90% está asumiendo que debe quedarse en casa y salir solo para ir a los trabajos considerados esenciales o a comprar alimentos, pero el 10% restante no lo respeta y prefiere jugársela. Hemos tenido incluso varios casos de acumulación de 3-4 denuncias y entonces se ha procedido a la detención de esas personas reincidentes, la mayoría jóvenes”, señala Santos.
Sin embargo, él prefiere quedarse con el lado amable de la pandemia del COVID19, el de la solidaridad de la gente. “La mayoría de los burgaleses son muy solidarios y colaboradores. Ahora hasta te aplauden por poner una denuncia a la gente irresponsable, una sensación que te llena de satisfacción y que también es nueva para nosotros. Nunca habíamos recibido tantos ánimos y aplausos”.
Cambio de escenarios
Zonas de acceso a los polígonos industriales, puntos de salida de la ciudad y centros de alimentación están siendo ahora los lugares más comunes en los que la Policía Local de Burgos hace visible su presencia. Son, sin duda, los puntos más abiertos a conflicto.
“Son los sitios donde más intervenciones realizamos y más tenemos que parar a la gente o a los vehículos. En general la ciudadanía está respondiendo bien y ante nuestras preguntas contesta perfectamente, y cuando no es así, se ponen nerviosos y contestan mal, sabes que les has pillado. Luego, en función de su reacción, se queda en una advertencia o se le pone la denuncia”, aclara nuestro policía y atleta.
Situaciones nuevas, intervenciones nuevas, y reacciones y respuestas, variopintas y curiosas, como alguna que el propio Fernando Santos ha vivido en persona.
“Un chico al que paramos nos dijo que acababa de romper con su pareja, con la que vivía, y que por eso estaba en la calle, y la verdad es que se le veía hecho polvo. A otro señor que paramos, resulta que venía del cementerio de enterrar a su madre, y hasta nos enseñó la esquela. Y en otra ocasión, en una de nuestras felicitaciones a los niños hasta 8 años el día de su cumpleaños, tuvimos que ir a dos casas distintas porque eran mellizos de padres separados y uno vivía con la madre y el otro con el padre”.
‘Cumpleaños feliz’, ‘Resistiré’ y el Himno a Burgos
Son las tres canciones que más se están oyendo en Burgos desde que se levantó el Estado de Alarma y todos los vehículos de la Policía Local van provistos de ellas y las hacen sonar varias veces al día. También Fernando Santos y su compañero de patrulla.
“Recuerdo un día que nos acercamos hasta el vecino barrio de Cótar porque sabíamos de una familia con una niña que había decorado las ventanas de su casa con tres corazones, uno azul dedicado a la Policía Local, uno verde para la Guardia Civil y otro rojo por el cuerpo de Bomberos. Fue llegar a Cótar y poner las sirenas en marcha, y todos los vecinos salieron a las ventanas a aplaudirnos. Nunca se me olvidará lo contenta que se puso la niña y cómo lloraban de emoción sus padres”, recuerda emocionado.
Y lo de los cumpleaños merece, sin duda, un capítulo aparte. La Policía Local de Burgos ha sido la pionera en toda España –ya han copiado la iniciativa en otras provincias- y hasta este domingo ya han felicitado a 650 niños y niñas de edades hasta los 8 años.
“Recibimos en nuestra correo electrónico, policialocal@aytoburgos.es,unas 30 peticiones diarias en las que los padres nos dicen el nombre del niño y la dirección en la que vive, y nos las repartimos entre todas las patrullas. Bien por la mañana, desde las once, o por la tarde, desde las cinco, vamos por todo Burgos acercándonos hasta el domicilio del niño o niña en cuestión y poniendo en la megafonía del coche el ‘Cumpleaños Feliz’. A veces pasas de hacer una detención a solo unos minutos después hacer feliz a un niño y recibir numerosos aplausos. Es una sensación muy gratificante y te carga las pilas”, se sincera Fernando Santos.
Aplausos recíprocos en los hospitales
Pero si de ovaciones hablamos, sin duda las más emotivas son las que los policías de Burgos (locales y nacionales) dan y reciben cuando cada día, a las ocho de la tarde, se acercan a un centro hospitalario para agradecer a los sanitarios su inmenso esfuerzo por combatir el coronavirus en cada paciente que tienen ingresado con síntomas.
“Vamos al Hospital Universitario, a Recoletas y a San Juan de Dios, y en los tres son muchos los médicos y enfermeras que salen a la puerta. Digamos que vivimos aplausos recíprocos de unos a otros, pero en el caso de San Juan de Dios y Recoletas se suman también los vecinos que viven frente a ambos hospitales. Es la representación máxima de la solidaridad, lo mismo que cuando vamos por las calles y plazas de la ciudad haciendo sonar desde nuestros coches el ‘Resistiré’ o el Himno a Burgos. Es emotivo ver cómo conectamos con los vecinos”, narra visiblemente emocionado.
¿Y el deporte?
El confinamiento al que estamos obligados todos los españoles también afecta a quienes velan por la seguridad ciudadana cuando les toca librar, el día en que no trabajan. “Ahí somos uno más y tenemos que hacer igual que todos, quedarnos en casa y salir a las ocho de la tarde a la ventana a aplaudir”.
Y de igual modo, para los que entre ellos gustaban de hacer deporte al aire libre, caso de Fernando Santos, no les queda más remedio que renunciar a él. “Ahora todo el deporte que podemos hacer lo hacemos en casa, ya que hasta el gimnasio que tenemos en la Policía Local, y que compartimos con Bomberos, está cerrado para evitar posibles contagios. Yo tengo en casa una bici estática, pero no me hago a ella, enseguida me canso. A mí lo que me gusta es correr por las calles y parques de Burgos, así que tengo mono, pero no me queda más remedio que esperar”.
Por último, tacha de “situación surrealista” la de quien se ha encontrado en el portal de su casa un cartel invitándole a cambiar de domicilio al ser un sanitario, policía o trabajar en el sector de la alimentación. “Yo me llevo muy bien con mis vecinos y no me he encontrado con nada parecido. Es la contradicción llevada al extremo de quien agradece al médico su trabajo, pero no que viva en su mismo edificio”.
Nos despedimos así de Fernando Santos, que en esta ocasión está disfrutando del día junto a su familia al tener día libre. “Hoy saldré a las ocho de la tarde a la ventana a aplaudir como un burgalés más, entre otros a mis compañeros de la Policía Local”.