Tras tres años de trabajo silencioso, heridas por cerrar y un sueño que parecía cada vez más lejano, el San Pablo Burgos ha consumado su regreso a la élite del baloncesto nacional. Lo ha hecho con el empuje de una ciudad que no dejó de creer y bajo el liderazgo de un presidente, Félix Sancho, que hizo de la palabra “volver” una promesa personal. “Me he quitado un peso de encima. Prometí que regresaríamos, y lo hemos logrado. Era una obligación conmigo mismo”, confesó entre emociones.
“Este año, el equipo ha funcionado como un motor engrasado, todos remando en la misma dirección”, apuntó Sancho quién hace tres años prometió que el equipo volvería a la máxima categoría y tras no dejarlo de intentar, con esa insistencia tras dos finales de temporadas agridulce lo ha conseguido. Y a lo grande, porque «merece la pena todo lo sufrido por ver como está la gente disfrutándolo».
Este ascenso no solo devuelve al club burgalés a la máxima categoría, sino que reabre una etapa de esperanza para una afición fiel y apasionada que no abandonó al equipo pese a los malos momentos. Jugadores, cuerpo técnico y directiva coincidieron en que el camino fue duro, pero la recompensa, inmensa.
Gonzalo Corbalán, uno de los nombres clave en este ascenso, repasó el recorrido desde su llegada: “Hace tres años llegué a este club y hemos vivido momentos muy difíciles. No se nos dio ni la primera ni la segunda, pero a la tercera fue la vencida. El grupo se mantuvo unido, supimos competir y ganamos todos los partidos. Ahora toca disfrutar. Esto es para la afición también, que siempre estuvo.”
Para Dídac Cuevas, una de las incorporaciones más recientes, el ascenso representa mucho más que un logro deportivo: “Parece que ha sido fácil, pero ha sido muy duro. Vine en verano con este objetivo en la cabeza. Ha sido una pasada jugar en el Coliseum cada 15 días».
Álex Barrera, capitán y figura fundamental en el vestuario, puso en valor el recorrido emocional y simbólico de este ascenso: “Este era el único objetivo que teníamos en mente. Han sido tres años muy duros, pero desde el primer día de esta temporada supimos que era diferente», añadió el capitán quién celebró poder hacerlo «con nuestra gente en el Coliseum, después de ganar títulos en pandemia sin poder compartirlo, no tiene comparación. Es el mayor logro que podíamos alcanzar.”
El propio Barrera rememoró los orígenes del club y lo lejos que han llegado: “En Villamuriel, el club era pequeño, tenía poco recorrido. Hoy sabemos lo grandes que podemos ser. Este ascenso nos da el impulso para seguir creciendo y soñar con repetir lo que vivimos en el pasado. Ha sido un orgullo defender esta camiseta y dejarlo todo por este escudo.”
Con el objetivo cumplido, San Pablo Burgos se prepara para un nuevo capítulo. Uno que, si sigue la línea marcada esta temporada, promete emoción, competitividad y el respaldo incondicional de su gente.
