El deporte y la sanidad siempre han estado directamente muy unidos (todos los clubes tienen al menos un masajista, y los profesionales cuenta con un fisioterapeuta, traumatólogo, médico de Medicina General, etc), y por eso es muy común ver trabajando en el sector sanitario a deportistas que son capaces de compatibilizar ambas labores.
El deporte burgalés no es ajeno a ello, y ese es el caso de nuestra protagonista, Rocío Santamaría Pérez, exjugadora de fútbol sala, árbitra de este deporte desde hace 19 años, y enfermera desde hace 7, los últimos cinco ejerciendo en concreto en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU).

Como colegiada, estuvo solo durante dos años dirigiendo partidos de los Juegos Escolares y categorías inferiores, y a continuación dio el salto a la mesa para convertirse en árbitra asistente, labor que lleva desempeñando desde hace 17 temporadas.
Día a día peleando contra el COVID19
De esa labor hablaremos al final, porque lo que a Rocío Santamaría le tiene ahora ocupada, ahora más que nunca, es su vocación-más que labor- de ayudar a los demás desde su puesto de enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del HUBU.
Una tarea en la que desde que se decretó el Estado de Alarma por la expansión de coronavirus, está prácticamente volcada durante las 24 horas, y que ella resume muy claramente.

«Desde que empezaron los primeros ingresos por COVID19, mi vida es casa-hospital-casa, no hago otra cosa. Mi pareja se encarga de hacer todas las compras y yo, si no estoy trabajando, me limito a escar en casa para evitar poder contagiar a nadie. Al principio costó un poco, pero ahora lo estoy llevando bien», apunta.
Además, asegura que la situación crítica la vivieron, ella y sus compañeros de la UCI, «solamente en los primeros días, en los que en momentos puntuales tuvimos sensación de agobio y tardábamos bastante en vestirnos con todas las protecciones necesarias».
«Veíamos que en algunos sitios faltaban EPIS (equipos de protección individual) y teníamos miedo de que eso pasara en Burgos, pero se reaccionó rápido y nunca hemos estado faltos de EPIS ni de camas, una vez que se habilitó la URPA (Unidad de Recuperación Postanestésica) con más camas para poder ser utilizadas por la UCI», comenta Rocío Santamaría realmente aliviada recordando esos primeros días.

Los fallecimientos, lo más duro
Sin duda, lo más duro de estos días están siendo los fallecimientos casi diarios por coronavirus, «pero muy pocos si les comparamos con el número de infectados ingresados y las altas que desde mediados del pasado mes de marzo hemos ido dando», puntualiza Rocío.
«Lo realmente duro es ver cómo el paciente fallece solo, sin ningún familiar cerca, y tener que comunicar la mala noticia a su familia por teléfono. Eso es muy duro para las familias y muy difícil de también de sobrellevar por nosotros, más que la tensión del propio trabajo».
Y es que, según asegura la árbitra-enfermera burgalesa, nunca han tenido en el HUBU la necesidad de tener que doblar turno. «No hemos tenido que llegar a ese punto. Es más, nuestra superiora nos dijo al principio que si por cansancio necesitábamos librar, que lo dijéramos. Algún día hemos tenido que ir de refuerzo a otras unidades, y siempre ha habido disponibilidad por nuestra parte«.

Además, según nos confiesa Rocío Santamaría, «nadie en la UCI hemos resultado contagiados. Ha habido alguna sospecha en algún compañero, y entonces se ha quedado unos días en su domicilio guardando cuarentena y la cosa no ha ido a mayores, pero con todo el personal que somos han sido casos muy puntuales».
«Ya se ve la luz al final del túnel»
Después de un mes de confinamiento y las restricciones impuestas por el Estado de Alarma, la árbitra asistente de fútbol sala de la Delegación Burgalesa de Fútbol, reconoce que «en el Hospital Universitario de Burgos ya estamos notando el descenso de ingresos por coronavirus y el aumento de pacientes destinados a planta«.
«Sin duda estamos viendo la luz al final del túnel y cada vez que derivamos a un paciente a planta descansamos aliviados. El confinamiento está dando resultado y ahora dejamos una cama vacía y tardamos mucho más tiempo en volver a ocuparla«, asegura Rocío Santamaría, que cuando mantuvo su charla con Forofos Burgos -hace tres días- había contabilizado en la UCI solo 6 fallecimientos y un total de 29 altas a planta.

Su faceta como árbitra asistente de fútbol sala
Sin tiempo para pensar ahora en ello, y con la duda razonable que tiene una gran mayoría de si se volverán a reanudar las competiciones, lógicamente añora el fútbol sala y su función en él como árbitra asistente de mesa.
«Sí lo echo de menos, claro que sí. Las clases semanales las seguimos teniendo vía online, ya que nos mandan jugadas polémicas para que las analicemos y luego se comentan un día en común, pero lo que hace un mes que no tenemos son partidos, y eso sí se echa de menos«.
Además, si hay un deporte en el que Burgos puede presumir de un alto nivel de arbitraje, ese no es otro que el fútbol sala, con Julio Redondo dirigiendo en la máxima categoría, la Primera División, y Daniel Ontañón haciéndolo en Segunda.

«La verdad es que estamos muy bien a nivel de élite, pero también en la base, ya que en los dos últimos años han llegado muchos árbitros jóvenes al Colegio de Burgos y ya están todos ellos pitando en Juegos Escolares», confirma la burgalesa.
Sin más, la dejamos que descansara porque por delante le esperaba un largo turno de noche de 10 horas en su puesto de la UCI del HUBU. Un turno para seguir sirviendo a los demás, aun a costa de estar más cerca que nadie de un posible contagio. Sin duda, Rocío Santamaría, y con ella todos los sanitarios españoles, se merecen un monumento y todos los aplausos del mundo.