Si hay un continente realmente desfavorecido respecto al resto, necesitado en sus zonas más abandonadas hasta de lo más elemental (agua potable y luz), ese no es otro que África, parte importante de un planeta llamado Tierra que desde hace muchos años recibe la ayuda de distintas ONGs, instituciones internacionales, asociaciones de labor humanitaria, Cáritas o misioneros procedentes de numerosos países del mundo, que se afanan por hacer del gigante africano un territorio mucho más evolucionado y próspero.
Sin embargo, demostrado está quedando año tras año que toda esa ayuda sigue siendo poca, y nadie consigue dar con la tecla para que en toda aldea y poblado de África puedan disponer al menos de lo esencial para que sus habitantes no tengan que recurrir a trasladarse a otro continente en busca de algo de lo mucho que allí les falta.

Para aportar su grano de arena y ayudar a enmendar esta problemática mundial que muchas veces no quiere verse, nació en 2011 una iniciativa de prestación de servicios bucodentales que cuatro años después, en 2015, dio origen a la fundación ‘Smile Is A Foundation’, impulsada por un grupo de odontólogos españoles que desde entonces, y durante la primera quincena del mes de diciembre, desarrollan su labor altruista en un país del sur africano, Zimbabue.
Entre ellos se encuentra César Colina, director gerente de Clínica Colina y bien conocido en el deporte burgalés, sobre todo en el rugby, por ser jugador, directivo y uno de los principales patrocinadores del UBU Colina Clinic, primer equipo del Aparejadores Rugby Burgos que milita en la División de Honor, máxima categoría de rugby nacional español.

«Fueron dos amigos que acudían a campamentos fotográficos en el Parque Nacional de Hwange los que propusieron a su organizador, Mark Butcher, la posibilidad de impulsar una serie de brigadas dentales que cada año asistieran a los habitantes de las pequeñas aldeas que hay en esta zona de Zimbabue, y a partir de ahí se empezó a mover todo. El primer año fuimos unos pocos dentistas y todo lo que llevamos nos cabía en dos Jeep, pero este último año ya fuimos 16 odontólogos, 3 optometristas y un equipo de 50 personas de apoyo que montan las carpas bajo las que podemos realizar nuestro trabajo. Todo, afortunadamente, se ha redimensionado y para bien», narra César Colina.
Lógicamente aventurarse a poner en marcha un proyecto de tal magnitud que ha permitido ya dar asistencia a un total de 27.098 pacientes desde 2011, conlleva una serie de gastos anuales muy importantes, un presupuesto que para sacarlo adelante obliga a todos los voluntarios de la fundación a idear distintas iniciativas benéficas durante el año.

«Cada proyecto tiene un presupuesto de unos 125.000 euros, de los que una parte importante la aporta un empresario estadounidense, Andy Schatte, y junto a él otros patrocinadores fijos que han ido sumándose año tras año. Además, durante el año la fundación organiza una serie de actos benéficos para recaudar fondos, como una Gala Solidaria que se hace en Madrid en julio, y cada uno de los voluntarios que vamos nos pagamos nuestro viaje, porque de momento el presupuesto no da para más. Y por último, al llegar a Zimbabue, en la aduana del aeropuerto tenemos que negociar el pago de unas tasas por el material que introducimos«, explica el odontólogo y deportista burgalés.
Y así, con la mano de obra asegurada y el material sanitario y de todo tipo conseguido, cada 1 de diciembre desde 2011, César Colina y el resto de dentistas voluntarios de ‘Smile Is A Foundation’ acude a Zimbabue para volcarse en mejorar el día a día de una zona muy concreta de este país sudafricano llena de carencias y muy afectada sobre todo por tres enfermedades, la malaria, el cólera y el SIDA.

«En las aldeas no tienen ni luz ni agua potable y el SIDA es su principal enemigo. Paradójicamente sí tienen acceso a los anticonceptivos en los pequeños y básicos centros de salud que hay cada dos o tres aldeas, pero no están educados en la importancia de su uso y la gran mayoría no sabe ni utilizarlos. Viven con lo básico y rodeados de un sinfín de carencias y enfermedades», detalla con pesar César Colina.
Desde 2015, una vez puesta en marcha la fundación ‘Smile Is A Foundation’, se unieron al proyecto distintos oftalmólogos y optometristas, y desde estonces el servicio de la fundación a los habitantes de Sipepa, Dete y otras aldeas cercanas es doble, ya que les prestan asistencia bucodental y también oftalmológica, siendo ahora muy común verles a muchos de ellos con gafas graduadas y hasta gafas de sol.

«Estar expuestos durante tantas horas al sol es el causante de muchas de las cataratas que sufren los habitantes de esta zona de Zimbabue. Por eso el pasado mes de diciembre llevamos hasta 5.000 pares de gafas de sol que repartimos, al margen de que los tres optometristas y oftalmólogos que vinieron realizaron un trabajo increíble. Ver cómo personas que apenas veían, salían de la consulta viendo mucho mejor, su reacción; lo mismo que a los que les hacíamos un emplaste o un implante y al día siguiente se daban cuenta que podían masticar mucho mejor muchos alimentos que hasta entonces no comían. Es algo impagable«,
Por dar solo unos datos que pongan en valor la labor de ‘Smile Is A Foundation’, desde 2011 ha atendido en Zimbabue a un total de 27.098 personas, y sirvan para ello como referencia los números de pacientes atendidos solamente durante el pasado mes de diciembre de 2019: 2.866 bucodentales y 3.249 de oftalmología.

Aun así, y siendo unas cifras realmente importantes y que hablan a las claras de la labor de esta fundación, si hay algo que realmente le llena a César Colina, igual que al resto de voluntarios, es el agradecimiento que reciben y cómo se sienten de queridos.
«Al principio nos veían como astronautas por nuestra vestimenta, las mascarillas, las gafas, los gorros, etc. Pero ahora nos ven como unos amigos, nos reciben con bailes y fiesta y te sientes muy querido. Es una satisfacción ver cómo son felices con lo poco que tienen, en su escasez. Nosotros nos ahogamos en un vaso de agua y ellos, que no conocen otro mundo que el de su aldea, son muy agradecidos y tienen una paciencia infinita, algo que sorprende cuando ves las largas colas que se forman delante de nuestro hospital de campaña«, relata el sanitario burgalés.

El Aparejadores Rugby Burgos, bien presente
Además del material sanitario, escolar, juguetes, etc, si hay algo que cada año no falta, al menos en la maleta de César Colina, es su equipación del UBU Colina Clinic, su gorro, la bandera del equipo y, este diciembre pasado, incluso 20 balones de rugby.
«En Zimbabue el rugby es el segundo deporte más practicado, solo superado por el fútbol, y por eso cada año llevo algo de material para repartirlo entre los niños y los jóvenes de los pablados a los que vamos. No es mucho el tiempo libre que nos sobra, ya que trabajamos cada día entre 12 y 14 horas, pero siempre intentamos buscar un rato para pegar cuatro patadas con los niños y jugar un poco. La verdad es que te sirve para desconectar un poco».

Hablando precisamente de rugby, tanto él como todos sus compañeros del Aparejadores, desde el primer equipo a las categorías inferiores, llevan desde mediados del pasado mes de marzo sin poder entrenar, una situación que, sin duda, no es fácil de llevar, tampoco para Colina. «Uno tiene mono ya de poder entrenar y al menos parece que a partir de este sábado podremos salir a la calle a correr. Yo todos los días cumplo con el trabajo que nos marca cada semana el preparador físico del club y me consta que mis compañeros de equipo también, pero lo de volver a jugar juntos no sé cuando lo podremos hacer«.
A este respecto, César Colina opina que será muy complicado que la División de Honor y la Liga Sub’23 de filiales puedan reanudarse, máxime después de la decisión de la Asociación de Clubes de División de Honor de dar por terminada la temporada.

«Es imposible. En todos los clubes la gran mayoría de sus jugadores se ha marchado a sus lugares de origen y pensar ahora en un posible regreso para reanudar la competición me parece utópico, por mucho que la Federación Española se pudiera empeñar en ello. Además, tanto nuestro club, que es de los humildes, como el resto, van a vivir ahora una situación complicada y la próxima temporada va a ser muy difícil para todos«, señala.
César Colina, mientras tanto, suspira por el día en el que pueda reabrir su clínica y volver a atender a sus pacientes con normalidad, a la espera de que llegue el próximo mes de diciembre y vuelva a emprender su aventura africana. Allí, en Zimbabue, le esperan los amigos de los astronautas que están ansiosos porque les ayuden a tener una vida más saludable y mejor.