Larga es ya la trayectoria como periodista deportivo de quien estas líneas escribe y muchas las historias del deporte burgalés que ha tenido que narrar y escribir, pero si hay una que se le quedó grabada con letras de fuego, quizá porque fue la primera, no es otra que la del ascenso del Real Burgos CF a la Primera División, del que se cumplen hoy, 6 de mayo de 2020, justamente 30 años.
Recién terminada la carrera de Periodismo cursada en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, y con solo 22 años a mis espaldas, se me presentaba la oportunidad de mi vida: ocupar el puesto de la redacción de Deportes de Antena 3 de Burgos que dejaba libre Rubén de la Fuente, fichado entonces por la poderosa televisión autonómica de Telemadrid.
Militaba entonces el Real Burgos en la Segunda División, bajo la presidencia de Antonio Martínez Laredo, y para esa temporada 1989-90 que estaba a punto de empezar había confeccionado una gran plantilla en la que destacaban los exyugoslavos Juric, Karabeg y Barbaric, además del mítico Enrique Magdaleno, que para entonces ya había jugado en el Real Madrid, y jugadores de sobra contrastados como el portero Miguel González Bastón «a la selección», el sobrio defensa Fernando Tocornal o los canteranos Pedro Luis Tamayo y Eduardo Vélez ‘Edu’, este con solo 22 años y que no llegó a debutar.
No le dio opción de ello José Antonio Naya, entrenador de ese Real Burgos que, curiosamente, luego, una vez conseguido el ascenso a Primera, no renovaría, y que años después, con varios ascensos más a sus espaldas, abandonaría los banquillos sin haber entrenado nunca en Primera División.
El técnico gallego dio con la tecla desde el principio y a sus órdenes el Real Burgos lograría unos números difíciles de repetir (18 victorias, 14 empates y solo 6 derrotas; con 53 goles a favor y solo 24 en contra en 38 partidos) que le proclamarían campeón de Segunda, y lograría su ascenso matemático a la máxima categoría del fútbol español a tres jornadas para la conclusión de la temporada.

Su once fetiche, el más utilizado, el formado por Bastón en la portería; Riberta, Portela, Tocornal, Chelis en defensa; Barbaric, Karabeg y Villarroya en la medular; y línea de tres atacantes formada por Magdaleno, Juric y Peña. Un equipo en el que también entraría asiduamente el burgalés Tamayo para cubrir distintas sanciones y también la larga lesión sufrida por Barbaric, lo que llevó al Real Burgos a jugar bastantes encuentros con una línea defensiva con tres centrales.
El día más esperado
Y llegó el día. El Real Burgos CF visitaba al Bilbao Athletic, difícil rival que acabaría ocupando el tercer puesto de la tabla, sabiendo que un punto le bastaba para asegurarse el ascenso a Primera División. Más de 10.000 burgaleses se dieron cita en el Estadio de San Mamés porque presentían que podía llegar ahí el premio que tanto llevaba mereciendo el equipo, y no se equivocaron.
Y junto a ellos, también fuimos muchos los periodistas que no nos quisimos perder la posible gesta y allí acudimos. A trabajar, sí, pero con la esperanza de que eso, tener que trabajar, fuera al final una mera anécdota.
Javier Alonso, compañero de Antena 3 Bilbao, narró el partido desde su habitual cabina, en la que anteriormente acababa de contar el triunfo del Athletic de Bilbao ante el Rayo Vallecano (3-2) en lo que para ambos era el último partido de esa temporada de Primera.
Y un servidor, micrófono en mano, si situó a ras de campo, justo detrás del banquillo del Real Burgos, para palpar el ambiente de tensión, y quien sabe si de emoción, que a buen seguro se viviría entre el cuerpo técnico y los cinco suplentes que ese día Naya había elegido para la ocasión.
Y los dos, mano a mano, esperando cada una de las conexiones en las que el irrepetible José María García nos iba dando paso, fuimos contando un encuentro más emocionante que bonito en el que el Real Burgos CF formó con el siguiente once: Bastón, Ribera, Chelis, Tamayo, Portela, Tocornal, Magdaleno (Pérez Hurtado, m.70), Karabeg, Peña, Villarroya (Brasi, m.54) y Juric.

Un equipo que desde el minuto 6 (1-0, gol de Izurza) tuvo que remar contracorriente, pero que luego igualaría la contienda en el minuto 53 (1-1, gol de Juric a centro de Chelis) para acabar sufriendo ese empate como nunca. Así lo quiso el azar -lesión de Chelis a falta de 15 minutos y con los dos cambios entonces permitidos ya realizados- y Casajuana Rifá, árbitro del choque que cinco minutos antes había expulsado a Tocornal por doble amonestación.
Pero el Real Burgos, con solo 9 hombres, supo frenar a 11 envalentonados cachorros y logró que el partido llegara al pitido final con el resultado de 1-1 y ese punto sumado que le daba el ansiado ascenso a la Primera División.
Celebración a tres bandas
Y lo que uno vivió a partir de ahí ya fue imposible de controlar, una auténtica locura. Abrazos y conexiones en directo se fueron mezclando, la más emotiva la de Tocornal, a las puertas del vestuario hablando con José María García sobre su injusta expulsión y llorando de alegría; y desde el Estadio de San Mamés, regreso a Burgos con la Unidad Móvil de Antena 3 siempre detrás del autobús del Real Burgos, para dirigirnos junto al equipo hasta la Plaza Mayor.
Allí esperaban miles y miles de aficionados al equipo campeón para celebrar con él el ascenso a Primera, y tras ese calor de masas, trayecto final hasta el Estadio de El Plantío para que cada jugador pudiera coger su coche.

Y fue ahí, tras San Mamés y la Plaza Mayor de Burgos, donde quien se dispone a rematar este relato a modo de recuerdo, culminó su mejor faena periodística y además en lo que era su primer año ejerciendo la profesión.
Doce de la noche, comenzaba ‘Súpergarcía’, el programa nocturno de Deportes de Antena 3 dirigido por José María García, y su primera conexión le llevó hasta un humilde Opel Corsa aparcado frente a El Plantío por el que fueron pasando Antonio Martínez Laredo (presidente), José Antonio Naya (entrenador) y Enrique Magdaleno (jugador) para compartir su alegría con toda España.
Y con ellos, y solo 22 añitos, haciendo de interlocutor y recogiendo para despedir la conexión, quien acaba ya su cúmulo de recuerdos imborrables. ¡¡¡Como para no!!!