El pasado lunes 11 de mayo, Manuel García Quintana apagó las 57 velas en su tarta de cumpleaños y a la cabeza le vino de repente su primer título como campeón de España absoluto de halterofilia, en Melilla, y del que justo se cumplen ahora 30 años.
Tenía ya para entonces 27 primaveras y después de diez temporadas practicando el levantamiento de pesas, le llegaba por fin ese ansiado título de campeón nacional que tanto tiempo andaba buscando.
Quizá tardó un poco más de lo esperado, pero es que también se incorporó un poco tarde a la halterofilia y además lo hizo de rebote, por culpa de una lesión que le obligó a dejar aparcado el fútbol, su pasión de niño.
«Desde bien pequeño jugué mucho al fútbol y con 17 años estaba en los juveniles del Burgos, en el que coincidí con jugadores como Ibáñez, Pepe Medina, Tamayo e incluso el mítico Cholo, que llegó luego al Real Madrid. Sin embargo, esa temporada me rompí el cuádriceps de la pierna derecha en Aranda, en un partido contra la Michelín, y tuve que operarme. Recuperado de la lesión, podía correr y saltar sin problema, pero cada vez que golpeaba al balón me dolía la pierna, así que tuve que dejar el fútbol«, recuerda ‘Manolo’, como se le conoce amistosamente en el mundo de la halterofilia burgalesa.

En el gimnasio del Padre Aramburu empezó todo
Entonces alguien se cruzó en su camino -Manuel García no recuerda quien- y le recomendó que para fortalecer la pierna hiciera musculación, trabajo con pesas, y a eso se puso. «Fui al gimnasio del Colegio Padre Aramburu y allí conocí a Clemencio Hernández, que estaría luego muchos años conmigo en el Club Sol y Luz y tiene a sus dos hijos haciendo halterofilia en un club de Santander. Él me vio maneras y me dijo que empezara a practicar en serio la halterofilia, que podía llegar lejos, y así hasta hoy», rememora.
Así, y tras solo dos años entrenando con cierta asiduidad, cuando tenía 20 le llegó su primer éxito a nivel nacional. «Fui al Campeonato de España Júnior y me proclamé subcampeón, algo que en Burgos aún no había logrado nadie. Para entonces, José Luis Nebreda había conseguido dos bronces nacionales, pero yo pude dar un salto más y lograr la primera plata nacional de la halterofilia burgalesa«, apunta orgulloso Manuel García.

Un éxito que sin duda le espoleó y que al año siguiente, con solo 21 años pero ya en el Nacional sénior, le permitió hacerse con el bronce en la categoría de 52 kilos. «Seguía en la progresión correcta y con mucha ilusión, pero fue entonces cuando en mi casa la prioridad pasó a ser otra«.
Cuatro años de parón y campeón de España absoluto
Por cuestiones de fuerza mayor se marchó a Ibiza, donde residían unos familiares y era más fácil encontrar trabajo, y allí pasó cuatro años desempeñando distintas labores como las de celador, camarero y otras varias. «Fue un tiempo en el que gané dinero y pude vivir bien, pero la halterofilia la dejé aparcada«, señala sin ningún tipo de remordimientos el preparador del Electro Caor Burgos.

Cumplidos los 25 años, regresó a Burgos y retomó la práctica de la halterofilia, y solo dos después le llegó su primer título nacional absoluto antes apuntado, aunque para ello tuviera que irse hasta Melilla. «Era el primer burgalés que lo conseguía y fue un subidón y me animó a seguir con muchas ganas», recuerda García Quintana.
De hecho, como campeón de España de su categoría representaría pocos meses después a nuestro país en el Campeonato de la Unión Europea, disputado en Gandía, en el que se hizo con una metitoria medalla de plata. «Fue mi único podio internacional y además en casa, un éxito al que le tengo mucho cariño«.

Un éxito que le permitió redoblar su ilusión por la halterofilia, volviéndose a proclamar campeón de España en 1991 y 1992, además de acudir también en estos años al Campeonato de la Unión Europea, uno en Lisboa y el otro en Roma, aunque en sendas ocasiones tuviera esta vez que conformarse con el 4.º y el 5.º puesto respectivamente.
Rondaba ya los 30 años y se sacó el título de Entrenador Nacional de Halterofilia, alternando así durante cuatro temporadas su función de levantador y preparador de jóvenes halteras que por entonces empezaban su camino.
«Era ya 1997, la época en la que estaban en sus inicios los hermanos García Rueda, Carolina, Iván y David, el más pequeño de los tres y que dejó pronto la halterofilia, y yo ya tenía 34 años, así que colgué las pesas y empecé a dedicarme ya por completo a la labor de entrenador«, rememora feliz y satisfecho por el paso dado Manuel García Quintana.

Veintisiete años trabajando la cantera burgalesa
Y así, poco a poco, Burgos comenzó a situarse en el mapa nacional de la haterofilia española gracias sobre todo a Iván García Rueda, el alumno más laureado que ha pasado por sus manos, con más de una veintena de títulos de campeón de España, y que a sus 37 años todavía se mantiene en activo.
«Llevo ya 27 años como entrenador y han sido muchos los levantadores que he tenido a mi cargo, y muchos de ellos los que han logrado medallas en campeonatos de España de distintas categoría. Pero, sin duda, Iván y Junior Santana, que estuvo en el CAR de la Blume, en Madrid, y tuvo que retirarse hace unos años por una lesión de rodilla, han sido los que más lejos han llegado», sentencia sin dudar ‘Manolo’.

Casi tres décadas como docente en las que ha llegado a acudir a dos competiciones internacionales como técnico de la selección española, el Campeonato de Europa Sub’15 de 1998 disputado en La Coruña -primer europeo de Iván García Rueda- y el Campeonato de Europa Absoluto de 2016 celebrado en Noruega. «A este acudieron tanto Iván como Junior y para mí fue un gustazo poder estar allí con ellos y asesorarles en todo momento. Es uno de los grandes recuerdos que guardo«.
Sus dos mejores experiencias como técnico
Pero si después de tantos años como entrenador, a García Quintana le obligaran a quedarse con un par de momentos de su trayectoria como docente, no tiene ninguna duda.

«El primer y el último título nacional logrados por Iván. El primero lo logró en el Campeonato de España Sub’18, en Cullera, solo un año después de haberse recuperado de la rotura del codo, y fue muy emotivo para él y también para mí. Y el último, en 2017, fue el título de campeón nacional absoluto en dos tiempos que logró superando a Josué Brachi, que era -y sigue siendo- levantador olímpico y estaba becado. A nivel personal han sido los éxitos de un deportista a mi cargo que más ilusión me han hecho», concluye Manuel García Quintana.
Y es que a ilusión no le gana nadie, y a pasión por el deporte que ama, la halterofilia, tampoco. Por eso, con él su club vio el sol y la luz, los dos estandartes que le representan y le convierten en un perfecto embajador de una disciplina que a buen seguro seguirá surtiendo de éxitos al deporte burgalés.

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