Que uno de los secretos del ascenso a la Segunda División conseguido este domingo por el Burgos Club de Fútbol ha sido la gran unión que ha existido dentro de su vestuario, la piña formada por jugadores, integrantes del cuerpo técnico y el resto del personal del primer equipo, es algo que nadie absolutamente pone en duda. Una circunstancia que ayudó lo suyo durante toda la temporada para que finalmente el equipo burgalés certificara su ascenso a la Segunda División en el Estadio Francisco de la Hera de Almendralejo, y que, nuevamente se ha visto demostrada este mismo lunes.
Solo unos minutos después de que concluyera en el Estadio El Plantío el recibimiento que le ha brindado la afición blanquinegra a los héroes del ascenso, estos se deshacían de la ropa deportiva con la que habían completado el viaje desde tierras extremeñas hasta Burgos, y la cambiaban por unos llamativos y coloridos disfraces con los que a continuación se adentraron en las calles del centro de la capital burgalesa.
Jugadores, técnicos, pero también el delegado de equipo, Francisco Javier Llorente Carcedo, o el mítico Carmelo Ortega, delegado de campo, cambiaron sus camisetas, pantalones cortos y chándales, por la indumentaria de Superman, un despistado pitufo, Pedro Picapiedra, un pirata, un moro, un perro, un oso, un atracador de La Casa de Papel y hasta varios extraterrestres.
Eran ellos, los héroes que solo unas horas antes habían protagonizado uno de los éxitos más importantes del deporte burgalés en los últimos 20 años: el ascenso del Burgos CF SAD a la Segunda División del fútbol español.
